jueves, 18 de agosto de 2016

Fracaso relativo



Olimpiadas de Rio de Janeiro 2016; un hombre va a participar en la final del aparato de gimnasia, la barra fija. Se ha especializado en ese aparato y viene a competir en ese único aparato; apenas comienza su prueba se ve como domina la especialidad de barra fija, pareciera que está acostumbrado a vivir subido a la barra, moviéndose en ella de noche y de día, pura plasticidad, regalo para el espíritu de los millones de personas que en ese momento lo contemplan. Todo transcurre de manera maravillosa, pero en el momento de encadenar dos complicados ejercicios, le falla el agarre, y su cuerpo cae boca abajo contra la lona, ahí permanece por corto tiempo, tiempo que parece eterno, se levanta, su frente y su nariz marcada, y herido intensamente el ánimo, todo está perdido, reanuda su prueba, realiza impecablemente el ejercicio donde anteriormente se produjo el fallo, hace su salida, y clava su cuerpo, sin desplazamiento alguno, sobre el mullido suelo. Poco a poco se va recomponiendo y, ya con su cara sonriente, felicita a los ganadores.
Existe la posibilidad real, para todo aquel que compite, de que una ocasión en la que fallas coincida con la participación en un concurso, por muy excelente gimnasta que se sea, por muy importante que sea ese concurso; esa posibilidad real se objetivó en la persona de este excelente gimnasta de nacionalidad holandesa. Su fracaso de no conseguir medalla, fracaso relativo, fue debido no a su falta de capacidad para realizar una prueba merecedora de medalla, sino que fue debido a que esa maligna posibilidad real hizo acto de presencia, y lo empujó de la barra fija al suelo. Hablo de fracaso relativo porque es un fracaso sólo en relación a no conseguir medalla; en relación a tener la capacidad para ejecutar una cadena de ejercicios digna de ganar una medalla olímpica es un éxito, un enorme éxito. El éxito de conseguir una medalla es un éxito exterior, que se puede lograr o no, el éxito de alcanzar la capacidad de realizar una prueba gimnástica digna de ganar una medalla olímpica es un éxito interior, un éxito intimo, que se vive y se disfruta en un gimnasio sin espectadores, cuando después de mucho sufrido y sacrificado trabajo se consigue finalmente realizar esa prueba de manera elevada, de manera olímpica.

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